Tierra de olivos nos recuerda a Azorín y a Ignacio
Aldecoa, y pertenece a la estirpe de obras como Viaje a la Alcarria,
de Cela, y Campos de Níjar, de Goytisolo, con las que es
comparable en cualidades. Libro de viajes adscrito al realismo
social, es al mismo tiempo el relato de la pequeña epopeya
personal de su protagonista, tiene innegables visos existencialistas
y constituye un hermoso e imperecedero relato antropológico
de la tierra que recorre. Está lleno de poesía en
su sobriedad y en su deliberada reiteración de situaciones,
en el anegarse en un paisaje al que maldicen sus «siervos»,
los jornaleros, pero cuya belleza no escapa al protagonista, ni
escapará al lector atento.
La crítica ha dicho