La noción de la necesidad de equilibrar los elementos
de psicología masculina que existen en toda mujer (animus,
en terminología junguiana) y aquellos de psicología
femenina que hay en todo hombre (anima), de tomar conciencia de
ellos y utilizarlos apropiadamente en las relaciones de pareja
o, en general, con las personas de otro sexo. De manera que la
psicología masculina aquí descrita atañe
tanto a hombres como a mujeres: a los primeros ayudará
al conocimiento de sí mismos y a tomar conciencia de su
capacidad para controlar su propio desarrollo personal; a las
segundas para las propone iniciarse en el conocimiento de su lado
masculino y las propondrá elementos para la mejor comprensión
de esa otra mitad de la humanidad.